Marineros gays contra submarinos rusos

Hace aproximadamente un año tuvimos un gran revuelo en Estocolmo: se había detectado un submarino en el archipielago. Y por supuesto, tenía que ser un submarino ruso, no podía ser de otra manera. Estamos acostumbrados a que cazas rusos se paseen de vez en cuando por territorio sueco (y finlandés y noruego), se vuelvan para casa y luego algún gerifalte pida disculpas con media sonrisilla sardónica en la cara. Y los incidentes con submarinos rusos tienen un precedente histórico que deja a la Navy sueca en muy mal lugar.

Para que os situéis (1) – Rusia es la eterna amenaza de Suecia, no tanto desde los 90 cuando los estados bálticos se independizaron; pero como podéis comprobar San Petersburgo está a tiro de piedra (o de torpedo) de Estocolmo, y Kaliningrado ya tal. 

Para que os situéis (2) – Estocolmo, el «lago» Mälaren al oeste y el archipielago al este

Total que se gastaron unos 2M€ en buscar, durante una semana, el dichoso sumbarino. Y no lo encontraron. No solo eso, los helicópteros de búsqueda de submarinos los tuvieron que sacar de un museo. Total que parece que la Navy sueca sigue de capa caída y los rusos «se rieron en su cara».

Y por ello, activistas de la Swedish Peace and Arbitration Society (SPAS) ha decidido tomar cartas en el asunto. Han creado un aparato que emite una señal en morse diciendo: “Por aquí si eres gay”. Lo han llamado el “Singing Sailor” y se encuentra sumergido en algún sitio en el archipielago desde Abril.

«Bienvenidos a Suecia, gay desde 1944» (año de la legalización de la homosexualidad en el país) Gif original aquí.

Según Anna Ek, presidenta del SPAS, “Si las armas y las operaciones militares funcionaran como métodos de resolución de conflictos, hace mucho tiempo que el mundo estaría en paz». Así que apelan al sentimiento anti-gay instuitucional ruso para que no se paseen por la zona. «Si hay un submarino bajo las olas del Báltico y la tripulación escucha el Singing Sailor, son bienvenidos a unirse al desfile del Día del Orgullo en Estocolmo el 1 de agosto.» Activismo pro-paz y anti-homófobo todo en uno. Genial.

Me llegó por Facebook, pero es de Pink News

Viendo el eclipse con niños de 5 años

Si no sabes que hoy había un eclipse es que has estado encerrado toda la semana en un bunker, supongo. Si no, pues te lees esto. Total, que tenemos eclipse solar y la luna tapaba casi un 90% del sol en Estocolmo. Como en la guardería de nuestros retoños insisten mucho en que de vez en cuando vaya un padre o madre a contar historias de su país, o leer en su propio idioma para fomentar la interculturalidad y el respeto a lo diferente, pues yo pensé que por qué no enseñar un poco de ciencia.

Zonas donde el eclipse era visible

Compré cristales de soldador, me preparé con cuidado lo que iba a contarles a los niños y en qué orden, y después de dos semanas con sol día sí y día también… la predicción de hoy es que nieva. Nubes y nieve. Y no sólo eso, ya que hoy mismo por la mañana recibo un aviso del profesor que dice que el Director de la escuela les ha prohibido sacar a los niños a la calle por «temas de seguridad». Sí señor, cuando hace sol salen a la calle y no es un problema. Pero con un eclipse, en que la intensidad es menor, y además con el cielo completamente cubierto por nubes, no pueden salir porque puede ser peligroso. Y qué tal si le preguntas al que ha propuesto la actividad? Es que no se les puede enseñar a los niños que no miren al sol? Crees que los niños de cinco años son estúpidos?! Bueno, resignación al canto y al cole que vamos para, como mínimo, cumplir con la promesa que les hice de ir y explicarselo. Y por el camino me encuentro que las nubes no es que lo estropeen… sino que hacen que se vea a simple vista!

Magistral foto sacada con mi móvil, no me lo tengáis en cuenta.

Llego allí y estaban esperándome diez niños y niñas de cinco a seis años con ganas de que les contara algo. Mi plan era explicar lo siguiente:

  1. Tierra y sol, noche y día. Con dos pelotas, explicar que la tierra gira sobre sí misma y el porqué del día y de la noche.
  2. Añadir una tercera pelota, la luna, y explicar que ésta gira al rededor de la tierra. Explicar porqué a veces la luna se ve de día y a veces se ve de noche.
  3. Explicar qué ocurre durante el eclipse.

El plan se ha cumplido, dentro de cierta tolerancia… el ansia de los niños por preguntar (o hablar sobre cosas que no tenían nada que ver) ha hecho que todo haya sido un poco caótico; pero justo antes de marcharme, el profesor les ha preguntado cuatro conceptos muy siples y parece que les han quedado claros. Lo mejor es que desde una ventana de su clase se veía el eclipse filtrado por las nubes (chúpate esa, Director!) así que por turnos han tenido la oportunidad de verlo en directo.

Lo que más me ha sorprendido es lo fácil que es categorizar a los niños mientras están hablando. En éste grupo de 10 teníamos los siguientes (uso el masculino como género neutro):

  • El pasota. No ha prestado atención, no ha preguntado nada, pero tampoco ha molestado.
  • El chulito. Cuando él era pequeño sus padres le llevaron de viaje por el espacio y vieron un eclipse super cerca del sol. Que sí, tío.
  • El escéptico. Le ha respondido al anterior con un muy poco diplomático «Creo que estás mintiendo». Gran solución del profesor diciendo que «está usando su imaginación».
  • El curioso:
    • «Si el eclipse hace que el sol desaparezca cuando es de día… se hace de día en la parte de la tierra que es de noche?»
    • «Y qué pasa en la mitad de la tierra, donde no es de día ni es de noche?»

Todos hacían un poco de todo, pero no he podido evitar encasillarlos mientras me interrumpían con sus preguntas y sus <eufemismo> historias poco realistas </eufemismo>. El comentario más repetido al verlo en directo era «es como una banana!». Ahora vuelven a ser símplemente niños y niñas de cinco años. Yo he salido muy contento con la experiencia, espero que ellos también. Si cualquiera de ellos le pregunta sobre el eclipse esta tarde a sus padres, doy por cumplido mi objetivo.

Cada loco con su filia

Elige una filia y tendrás adeptos. Si es lo suficientemente extraña y tiene el suficiente número de fans tendrá hasta nombre propio. Pues hace dos días descubrí una filia de lo más extraña.

Recordáis que estaban construyendo un túnel bajo un parque natural para conectar el puerto al norte de Estocolmo con la variante que rodea la ciudad? Pues lo inauguraban el pasado domingo 30 de noviembre a las dos de la tarde. Resulta que a esa misma hora estábamos invitados a un cumpleaños en la City, e ignorábamos el dichoso evento. Los carteles luminosos nos lo hacen notar cientos de metros antes y… atasco descomunal. Más coches de la habitual haciendo la pirula de meterse por el carril bus, hasta que nos hartamos y nos metemos nosotros también. Una vez en la entrada del túnel vemos que el atasco es debido a que… están esperando a que abran los túneles. No exagero si os digo que había 30 motos de cierta cilindrada en primera fila, los más frikis entre los frikis. Y nosotros pasando a su lado por el desvío, con cara de «pero qué carajo es esto!»

Foto de SVT

Así que como nos ha parecido lo suficientemente extraño y una cantidad envidiable se pirados, le hemos puesto nombre: inaugurofilia. Recordadnos como pioneros cuando se use como término científico en los papers de Nature.

La noticia completa, vídeo de afectados por el transtorno incluido, en SVT

Utilizar el tiempo de clase para algo útil

Quizá me he pasado con el título. Un poco. No es que crea que los profesores de universidad perdamos el tiempo en clase, al menos no demasiado. Pero a fin de cuentas, una lección clásica de «yo hablo y vosotros escucháis» no es la mejor manera de aprovechar el tiempo que se tiene reservado para los alumnos. Un poco de interacción con ellos no vendría mal, y más aún si los «deberes» que hacen ellos en casa son cosas para las que no necesitan al profesor, como por ejemplo ver un vídeo del profesor dando clase. Éste concepto se denomina «clase invertida» (flipped classroom) y ya se ha hablado mucho y muy bien en otros sitios, como por ejemplo Pere Estupinyà en Si tienes un mal profesor, no vayas a clase.

Pero se puede hacer mucho más que grabar tus lecciones y hacer problemas en clase, que estamos en el siglo XXI y no lo parece. Se puede hacer que los alumnos sean sus propios profesores (peer learning), o se pueden analizar tus propias lecciones con los los datos de las visualizaciones de los alumnos, para determinar qué partes no son tan fáciles o están mal explicadas, por ejemplo. La cantidad de datos que se pueden obtener es inmensa, y como ejemplo aquí tenéis una presentación lo que os acabo de contar, y el sistema que se ha desarrollado en Uppsala y Estocolmo en forma de programa piloto. (La introducción del ponente es en sueco pero luego la presentación es en inglés.)

Mi opinión es que este tipo de clases no son para cualquier asignatura ni para cualquier profesor, pero sí que son para todos los alumnos. Si encuentras la manera de utilizar algo así en tus clases, los alumnos lo agradecerán, vendrán más a clase y aprenderán mucho más. O eso es lo que yo esperaría al menos…

De sostenibilidad urbana y clasismo

Las clases existen, es un hecho. El discurso de lucha de clases está ahora de actualidad por la crisis que nos estamos comiendo, pero aún hay detalles que están rezagados por parte de la antigua “clase media” reconvertida ahora a “engañados por el capitalismo”. Una de estas cosas es el vehículo propio y su uso y disfrute en ciudad. Como clase media, todos teníamos “derecho” a un automóvil, a autopistas y autovías de tres carriles en cualquier pueblucho de más de 10 000 habitantes, a aparcar donde nos saliera de los bemoles; pero esto no se ha dejado atrás al caer en picado la “clase media”, y todo el mundo sigue queriendo que no les toquen el coche. (Nota: no es un discurso tipo «comunistas con iPhone», seguid leyendo antes de despotricar…).

Escribo esto en un arrebato a vuelapluma tras compartir en Twitter este artículo sobre el conflicto de Gamonal y recibir una respuesta sobre que el artículo “destilaba clasismo” (@culpable!). Eso sí, me ha costado dos días publicarlo, pero allá vamos.

Os recomiendo que os lo leáis porque desde el punto de vista de movilidad urbana es muy ilustrativo. En resumen, el artículo viene a hacer una analogía con calesas de caballos para discutir la planificación urbana respecto al tráfico rodado y los peatones. La conclusión es que el hecho de que muchos hayan adoptado las calesas de caballos como su medio de transporte personal no tiene que influir en la sostenibilidad urbana: las calles siguen siendo espacios comunes a compartir por los medios de transporte más ecológicos (bici, caminar y transporte público) con los privados, favoreciendo a los primeros por pura “lógica ecológica”. En el caso de Gamonal, el hecho de que los vecinos quieran parar un parking de pago que a costa de reducir el número de aparcamientos gratuitos es una decisión que, aislada del resto de datos, favorece la perpetuación del coche como vehículo prioritario en las ciudades. Y tener un vehículo privado que cuesta varios miles de euros NO es de clase baja.

Nótese que no he dicho nada de politiqueos, corruptelas, sobornos y de que los vecinos pueden llegar a estar hasta los huevos. Sólo hablo desde el punto de vista de la sostenibilidad urbana. Aun y todo, acusar al artículo de clasista es un poco raro, puesto que el propio artículo habla de clases. Pone un ejemplo muy bueno: las clases altas de la Diagonal de Barcelona hicieron presión en contra de la conexión del Trambaix y el Trambesòs (las dos líneas de tranvía existentes en la ciudad) para conseguir lo mismo: la perpetuación egoísta del automóvil como transporte urbano a pesar de todos los problemas que conlleva.

Pero no es la primera vez que me encuentro esto. En el caso concreto de Estocolmo, existe un peaje para entrar en la ciudad. Básicamente se cobra una cantidad determinada dependiendo del horario cuando los vehículos pasan por alguno de los puentes que entran en la ciudad. Os recomiendo ver el siguiente vídeo para entender cómo y porqué se hizo esto hace unos años, y los resultados que ha tenido:

Alguien me comentó que estos peajes eran clasistas. Que atacaban a las clases bajas que son las que no tienen recursos para pagarse esto. La respuesta es que, en comparación a lo que cuesta la amortización del vehículo, la gasolina, parking, etc. (ejemplo práctico para Madrid) el coste del peaje no es tan significativo. Y estamos hablando de entrar a la ciudad con el coche, donde a) la red de transporte urbano es excepcional y b) la proporción de salarios elevados es mucho mayor que en las afueras (no tengo datos de esto, pero vamos, parece de cajón que en el centro de la ciudad con todos los bancos, consultoras, bufetes de abogados y tiendas de alta gama habrá una mayor proporción de trabajadores cualificados ganando un salario elevado). El peaje no te afecta si eres del extrarradio y curras en un pabellón industrial donde a duras penas llega el transporte público.

Otro punto a tener en cuenta es que, por defecto, las clases acomodadas tendrán mucha más cintura a la hora de ajustarse a reformas como éstas. Pero esto ocurrirá para cualquier caso, no solo en estos dos concretos.

El problema de Gamonal es mucho más complejo que simple planificación urbana, pero eso no quita que hacer un parking en lugar de aparcar en la calle es lo que se debe hacer para hacer las ciudades más habitables. El parking de pago es una necesidad para las ciudades sean más sostenibles y los espacios urbanos reconquistados por los peatones y ciclistas.

Mi conclusión es la siguiente: la ciudad es para todos. Tener un coche es un privilegio que, en cuanto a sostenibilidad urbana se refiere, no es óptimo ni recomendable. Si alguien quiere tener un automóvil, ha de pagar por la utilización de los espacios comunes y se ha de acostumbrar a que cada vez serán menos las facilidades dentro de las ciudades para que él plante su trasto. Y os lo dice un acomodado dueño de automóvil en el centro de Estocolmo, donde pago por un garaje y sólo lo uso los fines de semana y emergencias.